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¡Imagínese!

Reglas y abstencionismo

Mario Alberto Gámez

 

“El hombre sabio no debe abstenerse de participar

 en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar

 a ser útil a los necesitados y un cobardía

ceder el paso a los indignos”

Epicteto de Frigia, filósofo grecolatino.

 

 

La del cinco de julio será una elección inédita en México por las diferentes condiciones que se presentarán y que, de no ponerse la debida atención, podría terminar en un abstencionismo atroz.

 

Las nuevas reglas con las que jugarán los partidos y que ha dictado el árbitro que representa el Instituto Federal Electoral acotarán las actividades de los candidatos que normalmente a estas alturas del partido ya andarían con cualquier cantidad de anuncios y apariciones en actos públicos, con “bendiciones” de los gobernantes, entre otras mañas ya muy establecidas. Esta vez no; quien lo haga deberá exponerse a ser expulsado por el árbitro y sin tarjeta amarilla de aviso.

 

Además se tratará de campañas más cortas, lo que necesariamente implica menos gasto de recursos públicos en los partidos políticos, que ahora deberán apostar por la transparencia en el manejo de sus recursos. Los medios de información también tendrán menos participación de los candidatos y habrá menos anuncios en lo general.

 

A la par de estas condiciones, habría que recordar que históricamente la elección para diputados federales no despierta el mismo interés por parte de la ciudadanía que se involucra menos y los niveles de abstencionismo resultan muy altos.

 

La situación económica en general que hará que el país, lejos de crecer presente condiciones de pérdidas económicas, es otro grave factor que sin duda incidirá en la contienda federal, en donde el reclamo de hace años de recortar de 500 a 300 los escaños en el Congreso se escucha más coherente que nunca.

 

Aunado a ello, hay en lo general una guerra intestina al interior de los partidos políticos que los mantiene desunidos y a la expectativa de lo que pueda suceder con sus dirigencias y con sus candidaturas; hay funcionarios públicos que desean aprovechar el clásico “trampolín” para saltar de un cargo público a otro, olvidándose de sus promesas de campaña  y de las responsabilidades que adquirieron al asumir el cargo.

 

Es por ello que lo menos que se espera de aquí al cinco de julio son ataques constantes de los partidos y sus candidatos, disputas internas en los propios partidos y si todo sigue igual, un abstencionismo aún más grave del que ya se ha presentado en este tipo de elección…¡imagínese!

 

 

mario.gamez@milenio.com 

 

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