Tibetanos en la playa
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota”Madre Teresa de Calcuta, Misionera yugoslava, nacionalizada india.
Mario Alberto Gámez
Más por mera curiosidad que por cualquier otra cosa asistí el domingo pasado a la escollera norte de la playa de Miramar, en donde presencié, junto con cientos de personas, el ritual que monjes tibetanos realizaron en Ciudad Madero.
Un cálido anochecer de verano en la bocana entre donde muere el Pánuco y el mar, con una agradable brisa marina y un ambiente mucho mejor.
El marco natural y el clima no pudieron ser mejores; empero las condiciones de mantenimiento del malecón son deplorables; en parte por las autoridades, que se ve que tienen un programa de limpieza constante, pero faltan más elementos de limpieza y seguridad.
Toneladas de basura por doquier, a lo largo de la escollera, entre los pesados tetrápodos y a las orillas del mar y del río, permitían la proliferación de gatos y hasta mapaches que se regodean entre la basura que arrojan los visitantes y los restos de pescados que los muchos pescadores que limpian sus capturas dejan sobre las rocas.
Me llamó la atención que después del ritual y de bendecir a cientos de personas, los monjes (que tienen voto de humildad) se fueron a comer un elote en los carritos ambulantes de la playa; al terminar guardaron su basura y se la llevaron.
Si bien se conocen los proyectos de un nuevo mercado de artesanías y chácharas para estos comerciantes de la escollera, urge que haya más limpieza, más botes en dónde tirar la basura, pero principalmente, cambiar nuestra idiosincrasia natural de que esto es México y no pasa nada, del valemadrismo al que estamos acostumbrados a tratar nuestra propia tierra y que nos tragamos cuando cruzamos un río y alguien nos multa si lo hacemos; en otras palabras urge que tomemos conciencia de preservar nuestras bellezas naturales, sólo así, quizá hagan efecto las bendiciones tibetanas…¡imagínese!
Más por mera curiosidad que por cualquier otra cosa asistí el domingo pasado a la escollera norte de la playa de Miramar, en donde presencié, junto con cientos de personas, el ritual que monjes tibetanos realizaron en Ciudad Madero.
Un cálido anochecer de verano en la bocana entre donde muere el Pánuco y el mar, con una agradable brisa marina y un ambiente mucho mejor.
El marco natural y el clima no pudieron ser mejores; empero las condiciones de mantenimiento del malecón son deplorables; en parte por las autoridades, que se ve que tienen un programa de limpieza constante, pero faltan más elementos de limpieza y seguridad.
Toneladas de basura por doquier, a lo largo de la escollera, entre los pesados tetrápodos y a las orillas del mar y del río, permitían la proliferación de gatos y hasta mapaches que se regodean entre la basura que arrojan los visitantes y los restos de pescados que los muchos pescadores que limpian sus capturas dejan sobre las rocas.
Me llamó la atención que después del ritual y de bendecir a cientos de personas, los monjes (que tienen voto de humildad) se fueron a comer un elote en los carritos ambulantes de la playa; al terminar guardaron su basura y se la llevaron.
Si bien se conocen los proyectos de un nuevo mercado de artesanías y chácharas para estos comerciantes de la escollera, urge que haya más limpieza, más botes en dónde tirar la basura, pero principalmente, cambiar nuestra idiosincrasia natural de que esto es México y no pasa nada, del valemadrismo al que estamos acostumbrados a tratar nuestra propia tierra y que nos tragamos cuando cruzamos un río y alguien nos multa si lo hacemos; en otras palabras urge que tomemos conciencia de preservar nuestras bellezas naturales, sólo así, quizá hagan efecto las bendiciones tibetanas…¡imagínese!
0 comentarios