Más penas no son menos crímenes

"La pena de muerte sólo se ha perpetuado por una especie de crimen legal"

René de Chateaubriand, Diplomático y escritor francés

 

 

Dos noticias a diferente hora del día me llamaron poderosamente la atención ayer. Por principio de cuentas el llamado de la fracción priísta en la Cámara de Diputados a debatir, y lo cito textual “la aplicación de cadena perpetua para los delitos de violación tumultuaria, homicidio calificado y secuestro con homicidio de la víctima y secuestro con mutilación”; y por otro lado el anuncio del gobernador Eugenio Hernández Flores de nombrar a Antonio Garza García, como nuevo Secretario de Seguridad Pública en Tamaulipas ante la renuncia de Ives Soberón, quien de paso comento que ya había solicitado su dimisión al cargo desde hace varios meses.

La primera noticia me pareció una forma muy desesperada de la fracción que encabezan Francisco Rojas en la cámara baja y Manlio Fabio Beltrones en la cámara alta, ante lo que evidentemente se cierne sobre el cielo político en México como una fuerte batalla legislativa de la que ya he comentado en este espacio, el PRI será el gran protagonista.

Lo curioso es que muchos de los priístas están en contra de la aplicación de las penas severas como la cadena perpetua y la pena de muerte, que tanto abanderó hace apenas un par de campañas el Partido Verde Ecologista y que tantos votos le atrajo. pareciera que como le funcionó al Verde, le debería funcionar al PRI. Lo necesita si en verdad quiere atraer todos los reflectores de cara a la próxima elección presidencial y al cierre del sexenio de Felipe Calderón.

Sin embargo me parece que la aplicación de penas más severas no será sino sólo eso, un muy buen golpe mediático que hará voltear la cara a la sociedad que se siente extremadamente lastimada por la situación del país, pero estará muy lejos de ser una solución de fondo.

Por otra parte, recuerdo que hace algunos años entrevisté a José Ives Soberón Tijerina, quien hasta ayer era el Secretario de Seguridad Pública en Tamaulipas.

La visión del estudioso del derecho iba mucho más allá del problema de la inseguridad y se centraba en las soluciones de raíz que deberían ofrecerse al más grave conflicto que hemos tenido no sólo en Tamaulipas, sino en todo el país.

Ives Soberón creía en aquel momento que la solución de la criminalidad en México no estaba en la tan llevada y traída pena de muerte, ni tampoco en la cadena perpetua para los delincuentes más sanguinarios y terribles, sino en solucionar de raíz el problema de la desigualdad social y de la falta de una verdadera cultura educativa.

Al igual que muchos juristas con los que en su momento también conversé, como Ignacio Burgoa Orihuela, Jorge Carpizo Mac Gregor, Raúl Carrancá y Rivas, Santiago Corcuera Cabezut e incluso el juez español Baltazar Garzón; el ahora ex funcionario estatal coincidía en que la aplicación de penas no inhibe el delito.

El otras palabras los delincuentes creen que cometerán el "crimen perfecto" que nadie los perseguirá, que no irán a la cárcel y mucho menos les quitarán la vida por el simple hecho de delinquir. Más aún en México en donde la persecución de los delitos es cada vez menor y las consignaciones se pueden contar con los dedos de una mano y sobrarían dedos en comparación con los delitos que se cometen todos los días en nuestro país.

Difícilmente un hombre de la preparación y el bagaje que tiene José Ives Soberón, podría verse entre los tejes y manejes que debe haber en este momento en la política de seguridad estatal y sus consecuencias. Se trata de un prominente abogado que conoce muy bien de la especialidad de la criminalidad que simplemente ya no cabe en un momento en el que el país requiere de otro tipo de perfiles para combatir a la criminalidad al grado de que podamos hablar de que ha regresado el control de nuestras instituciones.

Es en ese sentido que me parece una buena decisión por parte del gobernador traer a Tamaulipas a quien, por su trayectoria parece tener la suficiente experiencia y capacidad para enfrentar el tamaño problema con el que nos enfrentamos a diario quienes vivimos en algún punto del estado. Ojalá los resultados hablen mejor que su currículum.

 

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