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¡Imagínese!

Los señores sindicalistas

“El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir”

Sócrates, poeta griego

 

Cada Navidad la gente conoce muy bien quienes son los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad, tan sólo con ver sus casas adornadas hasta con cientos de focos multicolor, una prebenda con la que ayer terminó de tajo el gobierno federal, al menos en el centro del país.

Pero vaya lío en el que se metió el presidente Felipe Calderón al desaparecer de un plumazo el Sindicato Nacional de Electricistas al decretar la disolución de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, pues ahora también se dan indicios de que el gobierno federal no tiene ninguna equidad en el trato con los dirigentes gremiales.

O acaso esperaríamos que terminen los privilegios de la aliada política del presidente, la secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo con todo y su casa de lujo en Miami, o se actuará igual en el caso de Pemex y se prohibirá que el secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Carlos Romero Deschamps ya no se compre rolex de oro de 500 mil dólares, o acaso se extraditará a Napoleón Gómez Urrutia de Canadá en donde goza la vida en su mansión con los 56 millones de dólares del sindicato minero.

Quizá en el fondo el gobierno tenga los argumentos para justificar su acción legal y administrativa (lo que aún no queda muy claro), pero de eso, a meter a la Policía Federal Preventiva a las instalaciones de la empresa energética de cuatro estados del centro del país y desalojar a los trabajadores como si de delincuentes del crimen organizado se tratara deja mucho en que pensar, pues es el tamaño del temor que el propio gobierno demuestra.

De que los sindicatos deben cambiar, de eso no hay la menor duda; los excesos a los que han llegado son una vergüenza para México y lejos de procurar el bienestar de los trabajadores y defenderlos adecuadamente de los patrones, la realidad es que los dirigentes sindicales se han dedicado a exprimir a sus propios compañeros haciéndose inmensamente ricos.

Pero el cambio no debe partir de una acción gubernamental, ni mucho menos de la acción del presidente de la república, sino de los propios integrantes de los gremios sindicales, que deben abrir los ojos a los engaños y estafas de los que son objeto y democratizarse desde el interior de cada una de estas agrupaciones.

Sólo de esta manera podrán ofrecerse a sí mismos mayor calidad de vida y principalmente, mayor calidad en los servicios que prestan.

 

 

mariogamez@live.com.mx

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