Todos ponen
“La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento,
sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica”
Aristóteles, filósofo griego
Con un discurso magistral el presidente de la república logró capturar la atención de todos, conmovió a quienes lo escucharon y hasta los cohesionó en torno a la unidad nacional. Las críticas de los especialistas, economistas y hasta columnistas fueron evidentemente optimistas en donde ya hablaban de el mejor discurso del presidente Felipe Calderón en lo que va de su sexenio.
Pero el mensaje de Calderón con motivo de su tercer informe de gobierno se desplomó con la propuesta de paquete económico que envió al Congreso, y que podría resumirse en dos aspectos primordiales: recortes burocráticos y más impuestos.
Para mí, fue inevitable no pensar en la “medicina amarga, pero que cura” a la que evocó en 1995 Ernesto Zedillo, la misma fórmula, corregida y aumentada. Recuerdo ahora lo que un diputado del PRD respondió ante la propuesta de Calderón; “La montaña que iba a parir el presidente con su reforma, dio a luz a unos ratoncitos de más de lo mismo”.
Ya los legisladores se han encargado de descartar que se aprueben más impuestos, pero la fórmula para tapar el boquete financiero que tiene el gobierno de casi 400 mil millones de pesos es la gran incógnita.
Tal vez habría que imitar a los países que ya salieron de la recesión: Alemania, Francia y Japón, de acuerdo con el Wall Street Journal ya dejaron atrás la crisis financiera global e iniciaron su crecimiento económico, paradójicamente, bajando impuestos y generando estímulos a la inversión, mientras que aquí en México hacemos todo lo contrario.
Para los empresarios, esta iniciativa de ninguna manera va en el sentido de “hacer lo necesario y no sólo lo posible” en palabras del propio Calderón, sino todo lo contrario.
El principal conflicto que hay con la nueva reforma es que no hay ninguna medida para actuar sobre el problema fundamental del sistema hacendario mexicano: aumentar la base de contribuyentes para no recaer en el reducido grupo de cautivos actual.
Por ejemplo para los patrones, la propuesta fiscal “lleva consigo el germen de un fracaso anunciado, porque le pega al mercado interno, a las empresas y a la clase media y muy probablemente también a la baja, y si se aprobara, podría tener un impacto recesivo muy importante”.
No habrá en Tamaulipas aumento de los impuestos según lo anunció el propio gobernador Eugenio Hernández Flores, que entiende perfectamente lo delicada de la coyuntura que vivimos todos.
Sin acuerdos ni compromisos esenciales, más allá de intereses partidistas o particulares, y encarando los costos políticos que sea necesarios, el fantasma de la crisis amenaza con mostrar su peor cara en el 2010: inflación fuera de control, devaluación del peso y crecimiento de las deudas públicas y privadas.
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