El grito y la infamia
“La violencia no es sino una expresión del miedo”
Arturo Graf, escritor italiano
Ocho muertos (entre ellos dos tampiqueños), 83 lesionados (dos lisiados de por vida) es la imborrable huella del atentado terrorista que el narcotráfico de La Familia Michoacana dejó sobre todos los mexicanos hace justo un año en Morelia.
Y si se habla de las víctimas es difícil no pensar en un empresario y una dama tampiqueños que se encontraban junto con algunos amigos michoacanos, justo en el lugar en donde estalló una de las granadas.
Estaban apenas disfrutando de la ceremonia y la fiesta del grito de independencia en la plaza mayor de Morelia, cuando el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy arengaba a los héroes nacionales y asomaba una leve sonrisa tal vez suponiendo que se habían adelantado los fuegos artificiales.
Las muertes de Juan Antonio Ríos Pescador, que vivía en la colonia Petrolera y Martha Elena Quintero Brambila, habitante de la Unidad Modelo no quedaron del todo impunes, pues sí se capturó a los tres responsables de tan deleznables actos, pero la memoria y la herida aún están abiertas, así como el dolor de los familiares de los inocentes que murieron o resultaron gravemente lesionados por estos hechos.
También hay más preguntas que respuestas en la investigación que se siguió en Michoacán después del atentado, pues aún se desconocen datos esenciales como de dónde salieron las granadas de fragmentación que estallaron esa noche, o el nombre del autor intelectual.
La psicosis es inminente, por vez primera en la historia moderna del país, un atentado en contra de civiles inocentes y desarmados se presentó, lo que ha ocasionado que ahora las autoridades tengan el temor de que se presenten hechos similares en alguna de estas fiestas cívicas que se celebran en todos los rincones del país.
El gobierno de Michoacán ha declarado el 15 de septiembre como Día de Duelo estatal, en recuerdo de las víctimas que dejaron los ataques de hace un año.
Arcos detectores de metales, vigilancia extraordinaria policial y militar, así como otras medidas de control, harán de cada plaza en donde se celebre ésta que es tradicionalmente la fiesta de los mexicanos, una fortaleza contra la infamia.
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