Procurar justicia
“Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo”
Sir Francis Bacon, estadista británico
Por el hecho de vivir en Chihuahua he tenido la oportunidad de preguntar a varios políticos y periodistas de este estado, la percepción que tienen del candidato del presidente Felipe Calderón para dirigir la Procuraduría General de la República; del chihuahuense Arturo Chávez Chávez.
Sin conocer al abogado egresado del Tecnológico de Monterrey, por acá no es muy bien visto (al igual que en el resto del país) principalmente por dos aspectos trascendentales en su actuación como delegado de la PGR en este estado y como procurador de justicia en el sexenio del panista Francisco Barrio Terrazas.
A Chávez Chávez se le acusa de una sospechosista parcialidad en el combate al crimen organizado e incluso se habla de que pudo (¿puede?) tener nexos con el cártel de los Carrillo Fuentes. Se ha especulado que hasta pudiera ser la solución para el grave clima de violencia que vive Chihuahua, (con una cuenta que ya supera los 3 mil ejecutados en lo que va del año; más de 300 de ellos inocentes) pero al costo de una negociación obscura con criminales.
Pesa sobre su figura pública su gris actuación al frente de la Procuraduría estatal, principalmente en la época en que más se intensificaron las muertas en Ciudad Juárez, y sus declaraciones en relación a que estas mujeres eran violadas y asesinadas por vestirse como prostitutas.
Justo aquí quisiera retomar los comentarios que me hizo personalmente el presidente estatal del Partido de la Revolución Democrática en Chihuahua, cuando me comentó que coincidió con Arturo Chávez en el Consejo Estatal Electoral en 1992, siendo ambos consejeros del PRD y PAN, respectivamente y que le llamaba la atención que siempre permanecía callado, como ausente de las sesiones y que “se mantenía dibujando suásticas de diferentes tamaños en su cuadernillo”.
Además de Francisco Barrio, Chávez Chávez ha trabajado al lado de otros connotados panistas como Diego Fernández de Cevallos y con el ya desaparecido Carlos Abascal Carranza. Lo curioso del caso es que mientras que no todos los panistas lo arropan, algunos priistas sí lo hacen y hasta le dan el beneficio de la duda, tan sólo por ser originario de este estado.
Si ya de entrada me parecía muy extraña la propuesta de Calderón de designar a un chihuahuense para enfrentar la violencia que vive el país ahora no es así, y menos me extraña el rechazo generalizado que han dado hasta ahora organismos sociales, políticos y legisladores al nombramiento, una designación que podría complicarse si no es ya presidente del senado el también panista chihuahuense Gustavo Madero, sino el perredista Carlos Navarrete, que ayer se reunió en privado con el presidente de la república.
Si son éstos los antecedentes del que puede ser el abogado de la nación en Chihuahua, me pregunto qué podría hacer en estado como Tamaulipas, en donde la impunidad y la tensa calma imperan.
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