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¡Imagínese!

Revolución y democracia

Mario Alberto Gámez

 

“No puedes hacer una revolución para tener democracia.

Debes tener la democracia para hacer una revolución”

Gilbert Keith Chesterton, escritor británico

 

Justo a dos años del centenario de nuestra Revolución, la lucha social por la democracia en México parece estar cada vez más reñida por los intereses y los grupos de poder.

 

La elección constitucional en la que Felipe Calderón surgió como Presidente de la República fue la más cuestionada en la historia moderna del país y las elecciones internas en los diferentes partidos políticos también son una pelea de gatos callejeros para ver quien se queda con el hueso.

 

Lo que ocurre en el Partido de la Revolución Democrática es simplemente inverosímil, tuvieron que pasar casi 300 días y cualquier cantidad de recursos legales para que se pudiera reconocer a una dirigencia nacional.

 

El mismo caso de lo que ocurre en Tamaulipas, en donde el ganador de la presidencia del Comité Directivo Estatal se sabe por quién ganó la dirigencia nacional y no por otra cosa. Es vergonzoso que los perredistas de Tamaulipas acepten una elección en donde hubo quienes se robaron a mano armada las urnas y luego fueron y quemaron las boletas de la elección.

 

Pero también en el PAN se cuecen habas y los panistas no terminan de ponerse de acuerdo y tal pareciera que hay un dirigente “oficial” y otro “de facto”, lo que claro, provoca también una gravísima desunión.

 

Lo verdaderamente lamentable es que son estos los partidos políticos con los que el ciudadano debe decidir a sus gobernantes, en un país en donde sólo hay tres sopas, y en estados (como Tamaulipas) en donde nomás hay de dos.

 

Que lejos estamos de la civilidad que mostraron los gringos que después de su elección los candidatos opositores se dan la mano, trabajan juntos y siguen construyendo su país, un país que tiene su presidente número 44 en toda su historia, cuando en una época México tuvo más de 30 presidentes en sólo dos años.

 

Aquí en Tamaulipas para aprobar una simple reforma se tuvieron que gastar muchos millones de pesos en costosos foros en donde se tomaría en cuenta a la ciudadanía y los expertos, muchísimos espacios en los medios, todo para que al final de cuentas prevalezca el plan prefabricado de quien está en el poder, el “revolucionario”, así sin más…¡imagínese!

 

mario.gamez@milenio.com

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