El ocaso de La Quina
Mario A. Gámez
“El poder tiende a corromper,
el poder absoluto corrompe absolutamente”
Lord Acton, historiador inglés
En la carrera presidencial del año pasado, Joaquín Hernández Galicia encontró en Andrés Manuel López Obrador, el ideal que buscaba por dos razones: su evidente animadversión por el PRI y los dinosaurios que con trampas le arrebataron el poder, su cacicazgo y lo llevaron por 9 años a prisión; y por la férrea lucha de El Peje contra todo lo que huela a intervensionismo de extranjeros en las empresas del país, principalmente en Petróleos Mexicanos.
Hace unos días, entrevisté a La Quina en su casa de Ciudad Madero para la revista MILENIO Semanal, donde vi los resquicios de un inmenso poder que en pleno crecimiento, fue colapsado por el mismísimo Ejército Mexicano, el enorme resentimiento hacia un ex presidente que atentó contra su vida y contra los líderes que el mismo Hernández Galicia hizo crecer, como Sebastián Guzmán Cabrera y Carlos Romero Deschamps, a quienes acusa de todo; y más que eso a lo que fue un hombre que jugaba con el sistema y que finalmente ahora no ha encontrado eco en las actuales propuestas políticas, como lo demuestra su evidente decepción por López Obrador.
Abiertamente admite haber favorecido a sus contratistas consentidos como Sergio Bolaños y otros de sus prestanombres a quienes después llama “desagradecidos”.
Hernández Galicia se conoce muy bien a sí mismo: se dice muy anciano y enfermo para aguantar una nueva lucha, para empezar de cero con un movimiento en el que le apoyan muchas secciones petroleras en todo el país, en las que está comenzando a crear “cajas de ahorro”.
Hoy en las páginas de esta edición, podrá encontrar un fragmento de esta entrevista, cuya versión íntegra está también desde hoy en MILENIO Semanal, o en línea en www.mileniosemanal.com.
Quizá la mayor coincidencia entre La Quina y El Peje no sea sólo su tajante rechazo al PRI y a la privatización de Pemex, sino también su mesianismo. ¡Imagínese!
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