Votos y balas

"Sin democracia la libertad es una quimera"

Octavio Paz. Poeta mexicano

 

No coincido del todo con quienes afirman que ganó la democracia y se venció al abstencionismo, entre otras cosas  porque la realidad es que los fríos números arrojan una gran verdad: el temor de los tamaulipecos a salir a votar el domingo pasado.

Sobre la piel de la yema de mi dedo pulgar persiste aún una mancha indeleble que acompaña al sentimiento de confusión que generó en mí y en miles de tamaulipecos, el enfrentar con un negro crayón una boleta impresa con cinco nombres, uno de los cuales hacía ya algunos días que le habían arrebatado la vida los disparos de sólo Dios sabe qué soterrados intereses.

Esta es la visión panorámica de un Tamaulipas herido por las balas del temor que proviene del terrorismo de un cáncer que nos carcome desde dentro.

Ganó Torre Cantú, pero en medio del luto aún es perceptible en el brillo de la mirada caída de los dos Egidios, de la tímida fuerza que hizo a nuestro próximo gobernador levantar el puño en señal de que había triunfado su hermano y de la comprensible ausencia de un triunfalismo que no lo es, al faltar el ingrediente principal que provoca esa sombra que cubre a esta lastimada familia.

Tamaulipas votó por el proyecto de Rodolfo Torre Cantú, el mismo que en el momento de procalmar su victoria, su hermano, Egidio decidió tomar como suyo y gobernarnos con esa premisa. 

Es justo en ese momento en el que los votos pesan más que las balas. 

En nuestro país la conformación política también se transformó y fue el PRI quien recibió un duro golpe a su soberbia que apuntaba, según las últimas encuestas a llevarse las doce gubernaturas en juego, pero no fue así. El tricolor se impuso en nueve estados del país, pero se descarriló frente a las tan criticadas alianzas opositoras en tres estados, Oaxaca (el que más duele a los priístas), Sinaloa (que resultó una gran sorpresa para todos) y Puebla (en donde pierde una paisana: Paloma Guillén). En su conjunto el PRI perdió en realidad la posibilidad de gobernar a tres millones de mexicanos de cara a una elección presidencial.

El PRI Tamaulipeco (pero principalmente el orgullo de Ricardo Gamundi) también sufrieron un gancho al hígado de su soberbia, a pesar de haberse llevado las 22 diputaciones locales, al perder en siete de los 43 municipios las presidencias municipales en donde seis fueron para el PAN: Antiguo y Nuevo Morelos, Aldama, Río Bravo (en donde también pesaron más los votos que las balas), Xicoténcatl y por supuesto Tampico, en donde una priísta ganó con la bandera de Acción Nacional; mientras que el municipio de Camargo fue el único y solitario triunfo del PRD.

El domingo hubo tres tipos de tamaulipecos que enfrentaron un proceso electoral; quienes viven cerca de la frontera y ya están acostumbrados a niveles extremos de sobrevivencia, que fueron los que menos votaron en el estado; quienes viven en la zona centro y en algunas de las regiones más pobres de la entidad que estaban mucho más preocupados por sobrevivir a los efectos de un inesperado y poderoso huracán; y los sureños, que fuimos a las urnas en mayor cantidad, pero con un panorama encontrado por la confrontación política de un solo partido.

Los números demuestran que en Tampico hubo voto cruzado, en donde sólo ganó Magdalena Peraza...sólo ella, ni un sólo diputado local, ni mucho menos se elevó la votación a la gubernatura. Es más que evidente que una buena parte de la estructura priísta traicionó a Miguel Manzur, aunque el triunfo de Peraza no se concedería sin la participación del voto duro del PAN en Tampico y el de una muy buena parte de los "indecisos" que esta vez, definieron claramente que querían por vez primera una alcaldesa panista.

Lo que sí es una pena es la inmadurez de muchos de los candidatos que sabiéndose derrotados, no tengan la entereza y madurez política de salir a dar la cara para reconocer su derrota; así como hay quienes no saben ganar, hay muchos que no saben perder.

 

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