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¡Imagínese!

De monturas y fiesta

Mario Alberto Gámez

“A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos

los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina”

Dame Daphne Du Maurier, novelista británica

 

En medio de una gran algarabía tres gobernadores encabezaron la cabalgata más grande del país: más de diez mil jinetes recorrieron los 53 kilómetros de distancia entre Villa Hidalgo, Coahuila, pasando por Colombia, Nuevo León y hasta el Ejido San Francisco del municipio de Nuevo Laredo, Tamaulipas…¿se imagina cuánto nos cuesta a los contribuyentes un evento de esta naturaleza?

“Unidos en sus tradiciones” es como se ha denominado a la fiesta (que es su mejor definición), donde se congregan cientos de alcaldes, legisladores, burócratas de todos los niveles, más de 6 mil vaqueros y una enorme logística que incluye espectáculos con grupos musicales de primer nivel, alimentación, bebidas alcohólicas, etcétera.

Antes del recorrido, las mesas de trabajo de sólo un puñado de funcionarios de los tres estados, cocinan los acuerdos que finalmente anuncian los gobernadores Humberto Moreira Valdés, de Coahuila, Natividad González Parás de Nuevo León y Eugenio Hernández Flores de Tamaulipas. Son éstos funcionarios los que realmente hacen la chamba, mucho antes de que comience a galopar el primer jamelgo.

Eso sí: a la hora de los reflectores, todas las cámaras apuntan hacia los tres gobernadores que pregonan pactos en materia de agua, logística, educación, salud, y se pronuncian por sacarle más dinero a Pemex, fruto de la reforma, cuyo análisis sigue en vilo.

No parece una casualidad, que a sólo unos días del “Día de la Tierra” los mandatarios firmaran un convenio para dar seguimiento a las propuestas ecológicas de sus estados denominado “Chula frontera”, encaminado al cuidado de la ecología y el medio ambiente, lo que mas bien suena a demagogia, pues los señalamientos en materia de contaminación ambiental en la frontera norte no son pocos y los compromisos de los estados no llegan más allá de recoger llantas y cacharros de las calles, lo cual resulta un mejoralito para el cáncer que existe en esa región.

A lo largo de esta procesión, no faltaron los rumores de que sería ésta la última de las cabalgatas, pues en los hechos, sólo las mesas de trabajo arrojan resultados tangibles y el gasto (que curiosamente nadie da a conocer en el gobierno) obviamente no justifica el evento.

Quizá los más beneficiados de que se hagan foros y mesas de trabajo en lugar de una cabalgata, sean los que más se esfuerzan y no son reconocidos: “El Romano”, “El Sultán” y “El Ciruelo”…¡Imagínese!

 

 

mario.gamez@milenio.com

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