Aguas
Mario Alberto Gámez
“El agua lava todo, menos al agua”
Anónimo
Siendo ésta una región rodeada por grandes cuerpos de agua, es el tema del agua el más espinoso y delicado en nuestra región conurbada, principalmente si se habla de la contaminación.
Históricamente, existe un grave retraso en la factura que le debemos al medio ambiente, cada segundo, se tiran al mar mil setecientos litros de aguas negras; ello sin contar la contaminación de los sistemas lagunarios del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz, las lagunas de oxidación, las marismas que acaban con nuestro ecosistema, y la amenaza latente de quedarnos sin agua potable a causa de un accidente de vialidad en el Libramiento Poniente que además, también sería una catástrofe natural.
La década de los noventas, se escurrió entre promesas y más promesas de los gobiernos en turno para la instalación de plantas de tratamiento de aguas residuales, y en los hechos apenas en este 2007 comenzamos a ver algunos avances.
Es por eso que no son logros, sino paliativos apenas los esfuerzos de los gobiernos federal y de los estados de Tamaulipas y Veracruz para la instalación de plantas de tratamiento y de sistemas de potabilización de agua y de drenaje en nuestra región.
Estas plantas son indispensables para cumplir con la normatividad vigente en materia de medio ambiente, pero tienen la desventaja política, de que junto con su millonaria infraestructura, no se ven. Los tubos son subterráneos y las plantas son armatostes que sólo los ingenieros y especialistas entienden.
Es por ello que los “tiempos electorales” hacen tanto daño al desarrollo de nuestro país, los políticos y partidos se ocupan de todo y de nada al mismo tiempo y en lugar de avances, sólo hay retroceso en temas como éste en donde nadie votaría por un político que puso una planta de tratamiento de aguas residuales.
No hay “relumbrón”, no son una calle que se pueda pavimentar o un “distribuidor vial” que pueda ser admirado por todos, pero son indispensables para asegurarle a nuestros hijos un entorno y una cultura ecológica. La pregunta es ¿quién asumirá el compromiso?
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